Proyecto:
CAMINOS CORTOS, SUSPIROS LARGOS
A continuación, texto e ilustraciones de Camila Quintero quien llevo acabo una residencia artística con Intermundos durante los meses de Noviembre y Diciembre 2014:
Era Enero de 2013 cuando visité Taganga por primera vez y se me antojó como un lugar colorido y carismático que invitaba a dejarse conocer. Entonces me prometí volver a aquel pequeño corregimiento.
La oportunidad se presentó más pronto de lo esperado cuando encontré el programa de residencias Intermundos junto con las becas del ministerio de cultura, justo para Taganga. El reto en el momento fue el adaptar mi obra al programa de estímulos; que con anterioridad había planteado en proyectos y procesos plásticos alrededor de inquietudes personales sobre el amor, mis experiencias y anécdotas ; en las que había descubierto una puerta que dejaba planteada la posibilidad de compartir dichas vivencias , conectando las poderosas emociones del amor con las historias de los otros.
Con dicha posibilidad abierta, y teniendo este sentimiento a flor de piel, decidí buscar como referencia las historias de amor de los tagangueros; tomándolas como punto de partida y puente para mirar a Taganga desde las experiencias significativas de sus habitantes y así poderla conocer más allá de la perspectiva con la que alguna vez la había mirado -la del turista-, y comprender de otra manera un lugar que antes me había invitado a conocerle.
La estrategia para llegar a las historias de amor fue la entrevista.
Vanessa, mi tutora me presentaba a alguien: un amigo o un conocido quien a la vez me presentaba a alguien más, y así, de entrevista en entrevista, logré reunir 11 historias de amor; todas y cada una de ellas con su particularidad; algunas sobre el desamor, otras acerca de romances puestos a prueba por el tiempo; historias tanto de los jóvenes como de los viejos mediante las cuales pude acceder no sólo a las calles de Taganga sino también a la actitud y la historia de sus habitantes, evidenciando el cambio o la permanencia de los valores y las transformaciones del pueblo.
Reunidas las historias, busqué con mis ilustraciones plasmar las sensaciones y situaciones descritas por los narradores, los espacios donde ocurrían y las emociones de quienes las vivieron. Al completar este proceso debía compartir mis resultados y regresarle a la comunidad, que tan amablemente había compartido conmigo sus historias, lo que había hecho a partir de ellas.
Así que para concluir este largo romance taganguero decidí llevar a los asistentes al evento de clausura al recorrido que las historias me habían mostrado: El camino del romance. Los cité en la noche para iniciar una larga caminata a través de esos lugares especiales donde alguna vez alguien se había enamorado, encontrando allí sus historias como testimonio de lo ocurrido.
Recorrimos 13 puntos atravesando de sur a norte el paisaje de Taganga, para finalizar recordando un poco y compartiendo -quienes aún no habían contado sus historias- otras experiencias. Finalmente las historias volvieron transformasdas a sus narradores para cerrar su ciclo y hacer parte de sus vidas una vez más.
Quedé llena de nuevas historias, con la firme intención de seguir en la búsqueda de más, con un infinito agradecimiento por todas las personas que participaron e hicieron este proyecto posible: Al Ministerio de Cultura, a Casa Biyuka por acogerme, a Helena, Pocho y su familia; a los chicos de Dumbira y a todos los tagangueros que me abrieron su corazón y se animaron a contarme sus historias; a los nuevos amigos que conocí y a las lecciones que aprendí lejos de casa. A todos muchas gracias por el apoyo.